lunes, 22 de agosto de 2011

Día Mundial del Folklore

La palabra Folklore o Folclore que abrevia de alguna forma al termino “The lore of the people” (saber del pueblo) fue utilizada por primera vez por el Arqueólogo inglés William John Thoms (1803-1885), que con el seudónimo de Ambrose Merton, la publica en la revista londinense “Athenaeum”, el 22 de agosto de 1846. La palabra está compuesta por dos voces inglesas “Folk” (pueblo) y “lore” (saber, ciencia), para definir al saber popular, los conocimientos, usos, costumbres, leyendas, supersticiones, música, danza, canciones, mitos, dichos, refranes, coplas, cantares, transmitidas de generación en generación, en definitiva lo que se transmite de boca en boca, que trasciende, se incorpora a nuestras costumbres y desconoce toda autoría.
Muchos fueron los términos que intentaron reemplazar a la palabra Folklore, todas buscando castellanizar el termino, “saber del pueblo”, “demosofía”, “tradición”, etc., pero ninguno de ellos prosperó. Su consagración oficial se logró en 1878 con la fundación de la Folk-lore Society, la primera Sociedad Folklórica de carácter científico.

¿Qué se necesita para considerar algo como folklórico?
Para que un hecho sea considerado folklórico, debe ajustarse a una serie de condiciones, entre las que se destacan dos de primordial importancia:
1) Que haya sido producido por el pueblo en el anonimato, por el aporte colectivo de la gente.
2) Que haya arraigado en el pueblo, sufriendo la prueba del tiempo sin desaparecer en sus intenciones básicas.
Por otra parte también es válido que para que un hecho reúna la esencia de lo folklórico debe cumplir con ser: popular, tradicional, colectivo, funcional, empírico y los rasgos implícitos en los anteriores o que contemplan esta caracterización son: oralidad, anonimato, localización y transvasamiento.
Los hechos y fenómenos tradicionales del pueblo se manifiestan en diversos aspectos:
*-Materiales: como son la vivienda, la vestimenta, la comida, los instrumentos musicales, etc.
*-Espirituales: como la música, la danza, los cuentos, leyendas, supersticiones, refranes, creencias, etc.
También hay que tener en cuenta las manifestaciones sociales, religiosas y estéticas.
En los últimos tiempos se ha discutido mucho sobre cuándo un hecho es folklórico o no.
Podemos clasificar estas características en:
-Folklore tradicional: es toda manifestación realizada en el hábitat o lugar donde se genera el hecho.
-Folklore de proyección: es cuando el hecho se traslada de su lugar de origen a un escenario o a otra región o un medio de comunicación. La falta de elementos regionales, vinculo orgánico y vital, la ausencia de motivaciones o de la circunstancia especial vivida en el momento por los músicos, bailarines, etc. Nos muestra que estamos en presencia de una proyección folklórica.
-Folklore estilizado: las culturas precolombinas dibujaban un rombo u otras figuras geométricas en las pinturas rupestres, hoy interpretamos que podría se la representación de una pluma, conservando la esencia de lo que querían comunicar. Cuando el hecho es deformado o enriquecido pero conserva el mensaje, estamos frente a un folklore estilizado.
¿Varios folklores... o el mismo para todos?
Dentro de este concepto general caben denominaciones regionales comúnmente aceptadas. Así se cita como folklore cuyano al que se cultiva en San Juan, Mendoza, San Luis y parte de La Rioja; el folklore pampeano es el distintivo de Buenos Aires, La Pampa y sur de Córdoba y Santa Fe; el folklore norteño agrupa los cantos y danzas originarios de Santiago del Estero, norte de Córdoba y Santa Fe, y parte de Tucumán; el folklore andino o salteño, que involucra los que se cultivan en Salta, Jujuy, La Rioja, norte de Tucumán y Catamarca, existiendo aquí la denominación de folklore calchaquí para designar los motivos locales y, por último, el folklore correntino o guaraní, propio de Corrientes, norte de Entre Ríos, litoral del Chaco y Formosa y Misiones.
El folklore argentino no es un producto autóctono, es decir que no es la supervivencia de viejas prácticas aborígenes, sino que, en un elevado porcentaje, es resultado de la aclimatación de usos importados, correspondiendo la otra parte a motivos locales, que subsistieron a la conquista, pero que fueron fuertemente influenciados por las modalidades europeas.

domingo, 21 de agosto de 2011

DÍA DEL NIÑO


No crezca mi niño, no crezca jamás... Los grandes al mundo, le hacen mucho mal.
                                                           Facundo Cabral


FELÍZ DÍA DEL NIÑO PARA TODOS!!!

                                              Juan y Vale los quiero mucho!!!

                                                                                                                     Papá

sábado, 6 de agosto de 2011

La alimentación, clave para unas defensas de acero

El enfoque de la inmuno nutrición, relativamente nuevo, afirma que la dieta, entre otros factores, condiciona los mecanismos de defensa. Lo que no debe faltar en la mesa de todos los días




Comer saludablemente va más allá de ayudarnos a conseguir una buena imagen.
Existen evidencias que cubrir las recomendaciones nutricionales mejora el funcionamiento del sistema inmunológico en chicos y grandes contra enfermedades como diarreas, trastornos inflamatorios intestinales o infecciones respiratorias bacterianas, entre muchas otras.
Con una buena alimentación podemos prevenir enfermedades, porque el sistema inmune posee células que, como cualquier otra célula del organismo, se sirven de los nutrientes que ingresan a través de la alimentación y aumentan su actividad.
Este enfoque de la inmuno nutrición, relativamente nuevo, afirma que la dieta, entre otros factores, condiciona los mecanismos de defensa. Así como el organismo necesita energía y nutrientes, las células del sistema inmunológico los necesitan para funcionar adecuadamente y protegernos.
Los nutrientes que ayudan al sistema responsable a controlar las agresiones que producen las bacterias, los virus y los parásitos son las vitaminas (A, E y C), los minerales (zinc, cobre, hierro, magnesio y selenio), los ácidos grasos (omega 6 y omega 3), las calorías necesarias según la edad, la actividad física y la contextura, y las proteínas de alta calidad, como las que aportan la carne, la leche, la soja, el queso y algunas combinaciones de alimentos, como un cereal con una legumbre.
La ingesta diaria de frutas, verduras, aceites vegetales, pescado y frutos del mar, y alimentos integrales, como los cereales o los panes, proporcionan beneficios para la salud en general y las defensas del organismo en particular.
Además de esos alimentos, la incorporación de alimentos como los yogures, los quesos o cualquier leche fermentada, son beneficiosos, ya que incluyen bacterias que mejoran el tracto intestinal y refuerzan el sistema inmunológico. Esos productos aportan probióticos, microorganismos vivos que favorecen a quien los consume, especialmente contra las diarreas por bacterias y virus.
Con una alimentación equilibrada en nutrientes se evitarían problemas, como la cantidad de subnutridos, en un país productor de alimentos. Hay que comprender que si los grupos de riesgo no existen, la salud de la población mejora y eso hace al desarrollo responsable de una población.

Por: licenciada Cristina Maceira, para Nutrar.com